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Un amor sin igual

Por Flower Penagos Vallejo

Seamos sinceros, es muy difícil definir lo que significa “amor” en unas cuántas letras, buscando en internet podemos encontrar cerca de 14 definiciones para tratar de explicar esta palabra, lo mismo sucede con el diccionario de la Real Academia de la lengua Española que presenta 14 definiciones diferentes. A lo mejor es imposible explicarlo en una sola definición.


Aunque puede tornarse difícil puntualizar algo preciso en cuanto al amor, sí sabemos que puede dársele un enfoque respecto a la manera de manifestarlo, por ejemplo, amor de amigos, amor de padres, amor de pareja, amor por los animales, por el deporte, por la música, entre otros. La compasión también es una manifestación de amor muy común a lo largo de los tiempos, muchas personas han querido ayudar a otras, generalmente a salir de la pobreza, enfermedad o de las drogas; ya sea a través de organizaciones no gubernamentales, programas de gobierno o donaciones, con el fin llevar recursos a los más necesitados.

Grandes estudiosos de la ciencia han optado por métodos poco convencionales, llegando a ser tenaces en la forma de prepararse académicamente, además de investigar para comprender aún mejor una temática o profundizar en ella, inicialmente impulsados por un amor hacia los necesitados, creando diferentes teorías y modelos económicos que prometen progreso social y equidad.


De igual manera las empresas y corporaciones proyectan vender un producto o servicio en el mercado, identificando primeramente una problemática existente en el mercado meta, problemática que se podrá solucionar con el producto o servicio ofrecido de la empresa (al menos es lo que hacen creer); al final las empresas terminan ofreciendo cosas cuyo objetivo es que se vendan, aunque no solucionen un problema, después de todo, los esfuerzos de las empresas y corporaciones se ven reducidas a generar utilidades a toda costa.


Algo parecido sucede con quienes trataron de ayudar a la humanidad a través de la ciencia, se encuentran con que muchas más personas también van por ese camino al conocimiento, es entonces cuando todo deja de ser un amor por aprender y ayudar al otro y se convierte en una carrera por ser el ganador, el primero o el más reconocido.

Así mismo, quienes han recorrido el mundo entregando millones de dólares en subsidios, alimento y vestido, saben que aún hay personas que pasan hambre, frío y sed; incluso los premios Nobel de economía reconocen que no existe recurso terrenal, que alcance para satisfacer en un 100% las necesidades humanas en el planeta.


Por buenas que sean las iniciativas del amor humano, siempre tenderá a modificarse; si alguien ofrece su apoyo a otra persona es justo que obtenga algo a cambio, porque el favorecedor también necesita ayuda. En un mundo de recursos escasos, difícilmente se dará algo a cambio de nada, porque entonces se convertiría en una pérdida, no hay lógica en dar algo a cambio de nada, mucho menos a quien nos ha hecho mal o simplemente no lo merece; quien ayudó a otro a cambio de nada material, por lo menos tendrá su lealtad,


“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13).


Siempre habrá algo a cambio, es la constante en la justicia humana, al final el amor se justifica por un interés.


Por esto, si hablamos de “Un amor sin igual”, se trata de un amor sin antecedentes, sin lógica humana en él, un acto en el que alguien da algo a cambio de nada, a quien lo necesita pero no lo merece y más aun, sin que lo haya pedido; esa clase de amor solo pudo darse por quien no necesita nada, por quien no puede perder porque lo tiene todo, es el amor de Dios, “Porque de tal manera amo Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito” (Juan 3:16).  “El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2: 6-8).


El amor de Dios no solo fue un amor afectivo, también fue demostrado como auténtico por medio de milagros que realizó en diferentes lugares, milagros de los que aún somos testigos, porque “tuvo compasión de ellos” (Mateo 14:14). En realidad el amor de Dios con la humanidad se demuestra a través de la salvación que nos ha sido dada por creer en su Evangelio y luego esta viene acompañada por una serie de bendiciones que mejoran la calidad de vida del ser humano.


El amor de Dios es una riqueza especial, porque aparte de mejorar la calidad de vida del ser humano, garantiza un mejor destino más allá de la muerte, también le lleva a amar a los demás, porque es un caudal cuyo fruto es, “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y  templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23), éste amor es la razón que nos ha mantenido unidos como Iglesia a lo largo de 82 años en Colombia, sin importar costumbres, nación, lengua o cultura, esto de acuerdo con lo que predicamos, “Un señor, una fe, un bautismo” (Efesios 4:5), porque ¡Somos Uno!

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